No, no es eso: aquí no sólo las piezas ya existentes han perdido sus formas, o se han agrietado o incluso desparecido, sino que han surgido otras que se nos ofrecen desafiantes y nos exigen una imaginación política quizá desmedida para el poco entrenamiento que tenemos.
David Markson fue un novelista americano, fallecido en el año 2010, que practicó una literatura fragmentada, repleta de citas, aparentemente inconexa y ajena a la ortodoxia lineal del sentido, pero dotada de la gracia de la irrupción imprevista, del brillo fugaz de un hallazgo, una literatura desarticulada o articulada por el deseo casi siempre inútil de acceder a lo que, por tan fluido, siempre se nos escapa. Una de las novelas publicadas por Markson se titula: «Esto no es una novela». Pues bien: esto tampoco es un análisis político de los resultados de ayer, sino simplemente una retahíla de dudas, una sucesión de escenarios, un intento, seguro que vano, de ordenar, para uso propio, la figura irreconocible que ayer hemos logrado dibujar entre todos.
1- El Partido Popular, después de todo, ha ganado otra vez las elecciones, pero sus escaños son claramente insuficientes para formar un gobierno que le permita seguir llevando a cabo las políticas que, con tanto ahínco y de manera tan obediente al diktat liberal-germánico, han caracterizado su gestión a lo largo de la legislatura.
2- Deberá, por tanto, depender de otros, y esos otros, Ciudadanos y PSOE, aunque accedan a facilitar la investidura, que podría ser, es dudoso (sólo dudoso), sobre todo en el caso del PSOE (Ciudadanos es otra cosa) que se atrevan a apoyar aquellas políticas que el PP considera justas y necesarias y ellos todo lo contrario.
3-Esa otra cosa que es Ciudadanos sí podría apoyar no sólo la investidura sino también el grueso de la política económica practicada por el PP. Incurriría en contradicciones con sus anunciadas pretensiones regeneradoras y anticorrupción, pero la sacrosanta y mayusculizada Estabilidad podría servir como coartada. El problema es que lo que Ciudadanos tiene, al PP no le llega a nada.
4-También están los nacionalistas, claro, pero no parece que, con Catalunya sobrevolándonos, tengan el cuerpo para posturas raras.
5-Miremos, por lo tanto, al PSOE, un partido que sigue con los ojos vendados cuesta abajo, sin saber si el precipicio está cerca o todavía lejos, y finalmente contento de ir pasando los días sin despeñarse. Su situación es peligrosamente estresante, pero parece que no la llevan del todo mal. Es un partido con mucha historia, según nos recuerdan ufanos, y muy capaz, por lo que se ve, de vivir al día. ¿Qué hará, en estos momento, de sí?
6-Podría facilitar mediante la abstención la investidura de Rajoy y dejarlo después solo en un gobierno disminuido e incapaz, por lo tanto, de obedecer los mandatos del dogma. Un gobierno obligado a pactar o a poner en discusión la palabra revelada. Para un gobierno así, ni el PP ni el Ibex 35 están preparados.
7-Podría, en aras del cruel dios de la estabilidad, sacrificarse en un gobierno de coalición con el PP y conseguir el aplauso unánime de la derecha española y de los poderes financieros. Sería también una gran alegría para Felipe González y al mismo tiempo, recovecos de la vida, el certificado de defunción del partido que él llevó a sus más altas cotas.
8-Podría no hacer nada por Rajoy y, pensando en sus votantes actuales, hacer además mucho por su futuro: esto es: podría, una vez que el líder popular asuma su imposibilidad para gobernar, ofrecerse como alternativa capacitada para liderar un acuerdo progresista. Sería un gesto atrevido y de incalculables consecuencias pero a la altura de los mejores momentos de su historia. Es cierto que en este punto las dificultades también iban a ser descomunales, dificultades en la propia composición del acuerdo (harían falta muchos números y no menos letras) y en su posible desarrollo, que sería atacado desde todos los frentes con todas las artes de la guerra.
9-Los nuevos quedan a la espera. Se manifiestan con una seguridad exagerada para sus fuerzas pero quizá no tanto para la influencia que esperan ejercer. Podemos enarbola sus principios programáticos y celebra su indudable éxito, aunque el CAMBIO no fue AHORA, como en algún momento pudieron soñar, mientras que la Operación Ciudadanos, orquestada para que el cambio no se orientara hacia donde no debía, para domesticarlo, ha alcanzado, al margen de sobredimensiones mediáticas o demoscópicas, sus objetivos con holgura.
10- No citaremos a Gramsci.
11-Diremos que lo nuevo fue un ensayo exitoso y lo viejo un tratado declinante.
12- Diremos que nadie querrá nuevas elecciones pero que es muy probable que no tarden.
13- Diremos que los españoles optamos por el caos, y eso, que podemos entender como un signo de madurez, como un desorden hormonal o de crecimiento, no puede ser para toda la vida.
14-Diremos, con Machado, que hay un español que quiere/ vivir y a vivir empieza.
15-Diremos que Alberto Garzón no ha hecho nada para merecer esto.
16- Diremos que euforia, en griego, significa fuerza para soportar. Quizá algunos no estaban ayer todo lo eufóricos que debían.
17-Diremos que los garantes de la unidad de España generalmente nos meten miedo.
18 -Diremos que, como salta a la vista, no somos David Markson y que esto, como se puede comprobar, no es un análisis político.
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