Es motor cuando funciona con beneficios porcentuales superiores a dos cifras, cuando se desinfla ese gran globo, el país tiembla y sigue temblando: caen puestos de trabajo -propios y de emigrantes-, revientan bancos y cajas por abajo- no nos olvidemos de la sangría de puestos de trabajo sufridos por trabajadores de banca- y por arriba: por las inmobiliarias y las hipotecas.
Aunque no tanto como parece: sólo dejan de ganar en expectativa, sólo pierden el capital nominal en el impago, el adelantado a 15 o 20 años y conseguido a interés muy bajo(< 1%).
La dación en pago cubriría siempre, y de sobra, la solvencia para el resto que queda por devengar (las primeras cuotas de préstamo hipotecario son más de un 90% de intereses y el resto amortización) siempre y cuando el propio banco no se haya hecho trampa a si mismo y sobrevalorara el valor real del piso a sabiendas o en comandita con el constructor o la inmobiliaria(hipotecas burbuja). Entonces las cuentas no salen, no pueden salir.
Es como si en un negocio mucho más moderno, en el de la informática, un estúpido-sagaz vendedor compra una partida de ordenadores último modelo para especular, a sabiendas de que en seis meses estarán pasados de moda y sin venta posible (lo que se llama obsolescencia programada), pero se empeña en ofrecer créditos con el máximo de facilidades de su propio bolsillo para evitar quedarse con la mercancía: se arruinará si no tiene garantías solventes de que le pagarán los plazos.
Ante el patrimonio inmobiliario utilizable, o en esqueleto, este gobierno ha actuado, como siempre, ayudando a la élite:
A los bancos inyectándoles dinero a espuertas sin comprobar si sus cuentas son reales, datos de caja o al día de la fecha, o datos por capital a devengar, es decir, por no ganar lo que se tenía en expectativa futura de ganar (no es pérdida, es perder de ganar, que es distinto). Durante los años de Zapatero la banca mintió a las famosas pruebas de estrés, ¿por qué le iba decir la verdad a su amigo y aliado de confianza Rajoy?
Creando un banco malo (Sareb) que sólo vende al por mayor. Dejando deteriorar y arruinar gran cantidad de urbanizaciones a medias. Esto merece otra puntilla: las urbanizaciones se suelen financiar a golpe de certificaciones de obra para cada una de las distintas fases, con lo cual el Banco sólo comprometería el dinero con la inmobiliaria de acuerdo con la 1ª, 2ª fase etc. No todo el monto, salvo que haya relaciones e intereses más que los simples comerciales entre dos empresas de sectores distintos (Intereses conflictivos o de riesgo).
Aquí lo malo es que se ha perdido la ocasión, por parte del llamado Reino de España, de poner en marcha una política de vivienda social, similar a la que desde hace años se lleva a cabo con éxito en el Reino de Holanda, nada sospechoso de comunista, el cual posee una gran cantidad de viviendas en propiedad que distribuye en régimen de alquiler entre los ciudadanos según renta y miembros de la unidad convivencial o familiar. Sí, porque la falta de un buen parque de viviendas de alquiler razonable y asequible es lo que volverá a inflar la especulación inmobiliaria en el mínimo de tiempo que permita nuestra capacidad de amnesia.
A parte de esa creencia mendaz que afirma que la vivienda en propiedad es un bien que cada año acrecienta su valor, no sufre deterioro como inversión y por supuesto siempre está ahí ¡Claro, caracol, es un bien inmueble! Que es amortizable, depreciable y en la medida que transcurre el tiempo aumentan sus gastos de mantenimiento y conservación, falla su sistema fontaneril y el eléctrico se vuelve obsoleto. Tiene una amortización lenta, antes era de un 2% anual en 50 años según las tablas de Hacienda, un automóvil la tiene rapidísima, una vez matriculado y en la calle se deprecia del orden de un 20-30 % según modelo.
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