Ahora sí entrando en nuestra materia, que es la comunicación política, durante estos días estamos viendo dos estrategias muy diferenciadas pero a la vez muy estudiadas por parte del PP con del PSOE/Gobierno.
Por un lado, el PP vuelve a la estrategia de la crispación tal y como la define Maravall en su libro La Conspiración Política. En resumen, esta estrategia busca mantener atado a su electorado mientras desmoviliza al contrario al intentar mostrar que todos son iguales, algo que afecta más al electorado de izquierdas. ¿Cómo? A través de contar a la opinión pública un relato (storytelling) que cuestiona de arriba abajo el sistema -Gobierno, jueces, policía- al igual que ya lo hiciera con el 11-M. ¿Problema? El mismo también que el que surgió durante los tres primeros años de oposición en la pasada legislatura. Y es que, pensémoslo un momento, ¿es creíble el relato que cuenta el PP?
Tras el 11-M, uno de los grandes problemas del relato del PP fue que a la ciudadanía, después de perder casi 200 vidas en un atentado terrorífico, tras un final del proceso electoral de 2004 tan traumático, no estaba preparada para cuestionar de arriba abajo el sistema político, judicial y mediático español -más allá de que además de estar la gente preparada lo defendido por los populares fuera real o no, esa no es la cuestión-.
Establecido el paralelismo con la actual situación, hay que establecer la diferencia. Y es que, ahora la ciudadanía no está tan sensibilizada al no haber por medio una cuestión de terrorismo, y, a la vez, estamos en una época de crisis que hace que la batalla sobre qué relato es más creíble (el del PP o el del PSOE) sí que pueda haber posibilidades para los de Rajoy. Durante el próximo año y medio, la importancia de la crisis irá cayendo, y para la derecha puede haber pasado la oportunidad de rentabilizar en votos la crisis (dead line: municipales 2011). Es por ello que, si quieren conseguir que los españoles se cuestionen la confianza que tienen depositada en Zapatero y que siempre sale en las encuestas, el momento ya es ahora o nunca.
La otra diferencia, quizá más básica todavía, es que sin en 2004 el PP utilizó la estrategia para ir a la ofensiva y consolidar un suelo de votos que a pesar de perder las elecciones, fue muy sólido, en esta ocasión la estrategia es completamente defensiva, al intentar poner en cuestionamiento todos los frentes judiciales que por casos de corrupción están saltando durante los últimos meses.
Y es aquí donde entra la cuestión inicial. Una parte de la estrategia del PSOE / Gobierno es hacer saltar todos los casos posibles de corrupción alrededor del PP. ¿Objetivo? Creo que uno de los puntos fuertes es hacer que los populares no consigan constituirse como alternativa de gobierno. Si en su día era porque vivían fuera de la realidad (por la crispación, el terrorismo, las mentiras y Aznar) y más tarde porque la división dentro del partido daba el mensaje de «si no son capaces de gobernarse a sí mismos, como van a gobernar España»; ahora el mensaje sobre el Partido Popular es el de «¿ustedes pondrían sus ahorros en las manos de esta gente?».
Además, que la corrupción esté dominando la agenda política y mediática, hace triunfar una vez más para los socialistas la teoría que Lakoff nos explica en Puntos de Reflexióny en No pienses en un elefante. Primero porque saca la crisis de la agenda, segundo porque enfoca la cuestión sobre el punto débil de los rivales y tercero, porque las respuestas que están dando a cada contraataque del PP y los argumentos lanzados para justificar las actuaciones de la fiscalía, son argumentos lógicos, comprensibles y expresados dentro en un clima de tranquilidad (véase a José Blanco pidiendo hoy a Rajoy que se vaya de vacaciones y se quite el estrés). Si se juntan esos ingredientes, los socialistas pueden seguir insistiendo en que el PP presente la denuncia a pesar de que ya lo hayan hecho hace dos o tres semanas. Pero, es lo que consigue tener un relato creíble. Casi podríamos llamarlo una estrategia de colapso hacia la oposición: quizá los primeros casos acaben pasando y afectando no demasiado, pero puede llegar un momento en el que el edificio se derrumbe.
¿Una solución para el PP?
Ya sé que Rajoy nos ha demostrado que para él es preferible meter los conflictos en un cajón o debajo del montón acumulado en la mesa y esperar a que el tiempo los resuelva; pero esa forma de actuar hasta ahora le ha funcionado para sobrevivir, para no caer y conservar su liderazgo en el partido, no para ganar elecciones. Como decía Tony Blair en la entrevista publicada en El Semanal -también válida para Zapatero-: <<...Si te limitas a navegar con el viento, no gobiernas. Sólo intentas mantenerte en el poder>>.
Por ello Mariano Rajoy debería de recordar una cosa ahora que está pasando estos días de verano en Pontevedra. La campaña de Feijóo para las elecciones de marzo en Galicia dio el golpe de efecto al cesar al que sería cabeza de lista por Orense en el Partido Popular, Luis Carrera. Ganó mucha credibilidad, algo que sumado a las acusaciones de derroche hacia el bipartito acabó de marcar la inercia de la campaña.
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