En un primer momento, los estudios se orientaban a que los individuos votaban a un partido determinado como consecuencia de la posición que ellos ocupaban en la estructura social. Posición enmarcada en el concepto de clivaje, y cuya tradición sociológica fue iniciada por la Escuela de Columbia.
Posteriormente, y gracias a obras como The Voter decides (1954) y The American Voter (1960), se produjo un cambio en la manera de explicar el comportamiento electoral, conocido como el Modelo de Michigan. La posición social, que había perdido peso explicativo a la hora de predecir el voto, deja paso a un segundo bloque de variables de gran influencia en la elección de los ciudadanos: sus valores políticos, y en especial su identificación con un partido. Según estos estudios, la mayor parte del electorado se sentía alineado a un partido en concreto, lo que explicaba la decisión de voto.
En la actualidad, el mundo politológico tiene la certeza de que el voto está cada vez menos determinado por su identificación con un partido; y sí a situaciones coyunturales y contextuales. La valoración de los candidatos, las campañas electorales, el dominio de la agenda, la situación económica… son cuestiones decisivas a la hora influir en el sugragio de un electorado cada vez más volátil.
¿Es esto cierto? ¿Es esto lo que estamos viviendo en España? Según varios estudiosos americanos y algunos expertos en comportamiento electoral de nuestro país, como Fermín Bouza, el votante está experimentando un claro realineamiento a postulados partidistas. Es decir, el electorado, después de un tiempo de desideologización, se siente cada vez más identificado con un partido; consecuencia clara (en el caso de España) de la polarización del voto propiciada por la estrategia de comunicación del Partido Popular.
En este partido los resultados son claros. De lo contrario ¿cómo se entiende el apoyo incondicional de su electorado, tras los casos de corrupción que salpican al partido, especialmente en Valencia? ¿Qué significado tienen las expresiones «hay que sudar la camiseta» o «no van a poder con nosotros»? Sentimiento de identificación con el partido.
En el caso del PSOE, los resultados son más dudosos. ¿Puede ser la foto puño en alto (me refiero a la de Zapatero de esta semana, y photoshop al margen) un llamamiento a ese electorado de izquierdas desalineado y potencial abstencionista? ¿Tiene la subida de impuestos a los más ricos algún significado político, o es simplemente un ajuste fiscal?
Lo cierto es que en este ambiente tan polarizado, de aumento de la identificación partidista, el que consiga movilizar a los suyos tiene mucho ganado. En los próximos meses es posible que se vean más movimientos, tanto del PSOE como del PP, hacia su electorado fiel.
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