Se está preparando la reforma de la ley del aborto en una dirección que contradice el derecho a que la persona decida sobre su cuerpo, principio humano básico y fundamental que el Sr. Gallardón pretende conculcar. Para el Ministro y su Ley, una mujer no debe tener derecho a decidir sobre su propio cuerpo.
Entre los supuestos que se retirarán está el de la existencia de malformación fetal, al que una embarazada- si ella quiere- no podrá acogerse. Por supuesto, la ley tal como está ahora no obliga a nadie a llevar a cabo un IVE (Interrupción Voluntaria de Embarazo). Creo que la voluntariedad y la información son importantes, nadie pretende llevar a cabo políticas eugenésicas obligatorias que puedan acabar con la existencia de cotolengos tan caros -en todos los sentidos- al apolíneo ministro de justicia y a la compasiva iglesia.
A la Sra. Mato, que no distingue un jaguar de un gato, no le hemos escuchado nada al respecto, siendo una ley sanitaria por excelencia, no se entera, y si además su Ministerio está eliminando todas las ayudas a dependientes, creo apreciar cierta contradicción. Y esa otra PaPanata parlamentaria que mantiene que sólo abortan las mujeres de clases bajas, ¿ qué pretende decirnos?, ¿que sólo los zafios e ignorantes utilizan el IVE, en contra de lo que dicen las estadísticas, que las ricas van a Londres obligadas, que el IVE es cuestión de no saber resignarse, de no saber que siempre podrán dar al bebé en adopción, usar el torno de un convento para el expósito, simular que muere en el parto y dejar que los lleve la Sor María de turno, para pasar a ser hijos de gente de orden sin capacidad genésica? Siempre he visto en este asunto de los bebés robados algo otomano en nuestra clase dirigente franquista, como si quisieran convertir en jenízarosa aquellos bebés; ¿ no habrá algún jenízaro entre nuestros ministros actuales?
Una ley del aborto amplia y sin trabas debe coadyuvarse con una buena educación sexual a nuestra juventud, sin tapujos ni prejuicios religiosos, ni hipocresías ni remilgos ni falsos pudores, enseñar la importancia de la sexualidad, así como que las consecuencias del acto sexual sin precauciones conllevan riesgo: SIDA, por ejemplo, o embarazo. Cualquier política distinta será tan necia como poner puertas al campo o legislar la cadencia de las mareas.
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